...Mi compi de clase y mi mejor amiga estaban hablando apartadas de los demás. No me olía nada bueno. Se giraron a la vez, y se acercaban hacía mí con paso lento, como leonas que se dirigen hacia su presa. Me llevaron hasta donde se encontraba él sentado. Decían que le invitase a bailar. Yo, como siempre, me negaba. Pero claro esta vez era un dos contra uno. Me empujaron y quedé justamente enfrente de él. Quería darme media vuelta, pero se enteró de mi presencia. Me miraba atento.-Le pregunté por qué estaba sentado. Dijo que no podía seguir mi ritmo, que me había estado mirando todo el rato. Y que era imposible tener tanta energía. -Mi cara tornó roja como un tomate-. Pero le eché valor, y le dije que saliese a bailar. -Sonrió sólo como él sabe.- Y dijo que solo bailaba si era conmigo. Se levantó y me dirigí a la pista. Dedicándole una sonrisa a mis amigas.
Todo iba sobre ruedas, hasta que la música cambió. Nos pusieron salsa. Le miré con cara de atrevimiento, me tendió la mano, y comenzó a subir la temperatura. La distancia entre nosotros dos, cada vez era más corta. Hasta que nos quedamos a un centímetro uno del otro. Mi respiración era cortante, al igual que la suya. Había un aura entre nosotros dos, que formaba un campo electrizante lleno de tensiones, deseo... Estuvimos mirándonos el uno al otro, como si nada de lo que ocurriese a nuestro alrededor importase. Solo estábamos él, y yo. Ambos nos acercamos para besarnos; pero me tiraron una copa encima, y la magia se esfumó tan rápido como había aparecido. En ese momento hubiese deseado que la tierra me tragase. Me fui corriendo al baño, sin darle explicaciones. Estaba en el baño intentando quitarme el olor a ron del pelo- solo esto me podía pasar a mí.- Mis amigas aparecieron por la puerta. Sabía que mi oportunidad se ha difuminado. Decidí que ya era hora de irse, eran las 05:30 de la mañana y estaba agotada de tantas emociones y frustraciones. Todos estaban de acuerdo en irse.
Llegamos al metro de Moncloa, y era hora de despedirse. Di dos besos a todo el mundo y llegó su turno. Me acerqué, y le dije que lo sentía. Que la noche no había terminado como yo quisiese. Cogió mi mano y nos apartamos del grupo. Dijo que también sentía lo de esta noche, que todo tenía que haber acabado de otra manera. -Una pequeña lágrima discurría por mi rostro- Le di un abrazo casi de sorpresa, porque verdaderamente lo necesitaba, pero él pareció realmente impactado. Me retiré de inmediato al ver su reacción. Di media vuelta muy avergonzada- no tengo remedio-. De repente, me agarró del brazo. No pude identificar con exactitud sus intenciones. En un movimiento estaba pegada a él. Me agarró con ambas manos de la cara. Miraba fijamente mis ojos, como si buscase algo, no sé. Un atisbo de esperanza, de razón, o simplemente a sí mismo. En su mirada pude encontrar sentimientos de ansiedad, miedos... Su parte más oscura. Pero esa sonrisa encandiladora se dibujó en su rostro. -Sonreí de igual modo- Entonces, la distancia desapareció, y fundió sus labios con los míos. En un beso casto, puro y sincero. Un momento fugaz, único, pero desatado de pasión, fuerza y realidad.- SÍ, SÍ, SÍ. ¡Punto para mí!-
Perdí la noción del tiempo durante unos instantes. Devolviéndome a la realidad las risitas de nuestro grupo. -Me puse aún más roja de lo que ya estaba- Nos miramos mutuamente sabiendo que se reían de nosotros. Por lo que decidimos dedicarles un beso mucho más febril. Le agarré de la camisa, y le conferí un ambicioso, aunque apetecible, y anhelado beso.