sábado, 13 de abril de 2013

Calamidades

Supuestamente pertenecemos a los países desarrollados. Somos europeos. Una de las primeras potencias del mundo. ¿Pero qué pasa con aquellos que viven en la más extrema pobreza? Y no me refiero a África, sino a España. ¿Qué pasa con esas personas que viven en la calle? Mendigando un misero cacho de pan que llevarse a la boca. 
En la mayoría de las veces en las que me pongo en camino para ir a la universidad, en la renfe,  hay siempre gente que pide ayuda. Pero una de ellas verdaderamente me impactó. Un hombre que dispuso un discurso increíblemente sincero y humilde.


"Buenos días damas y caballeros, me dirijo ante ustedes para hablarles del mundo, de las miserias, de las calamidades. Esperando que Dios sea benevolete con los presentes y conmigo. Me llamo José Luis, soy español. Yo tenía un trabajo, como la mayoría de ustedes, espero. Pero por mala suerte, o por fuerza del destino, me he visto en la calle. Me presento aquí, como una persona, sin techo, sin dinero, pero persona. Por ello, creo que la forma más humilde no es robar para conseguir algo de dinero, sino ejercer como buena persona, y confiar en la generosidad, y en su humanidad. Muchas gracias, si les he molestado, lo siento."

Un sentimiento desgarrador y cortante recorrió todo mi ser. La tristeza inundó mis ojos, en ese momento me sentía inútil, impotente. Cómo puede existir estas penurias en un mundo, un país tan evolucionado. Un país en el que fluye tanto dinero, pero que este queda retenido bajo las manos del poder.  La sociedad actual suscita un sentimiento de pena y lástima; pero el adjetivo que mejor define esto es vergüenza. Estamos sumidos bajo los látigos de la colectividad. Dónde no podemos levantar cabeza. 

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