domingo, 6 de enero de 2013

Primera noche I

En la primera publicación os conté que había soñado con él, sí, esa persona a la que todos tenemos en mente, y que nuestro mundo no giraría si no fuese por ella.  ¿Cómo le podríamos llamar? ¿Señor X? Está muy visto, ¿qué os parece "mister proper"? Nosé, tampoco me convence. A mí parecer antes de ponerle un nombre creo que debería realizaros una pequeña descripción. Para mí es una persona muy cercana, compartimos gustos y hobbies. Es como si le pudiera contar cualquier cosa, todo, excepto que me gusta. No es el típico chico rompe corazones, rubio, de ojos azules, y de metro noventa que cada vez que pasa te quedas con torticulis, no. Es un chico normal y corriente sin aspiraciones de grandeza. Pero la verdadera razón de la que estoy totalmente prendada de él, es porque tiene un gran corazón.
Aún no sé que apodo ponerle, porque su nombre real no me atrevo a escribir, por lo que acepto sugerencias de mis queridos lectores.
Para situaros un poco, nos conocímos hace un año, él se apuntó al mismo club deportivo que yo. Aunque para seros sincera no sabía ni que existía, hasta que un día, en un partido,  me saludo con toda la alegría del mundo sin conocerme. Y por supuesto le correspondí con otro saludo con la misma energía.  Esa misma noche me agregó al tuenti. Empezamos a hablar, hablar y hablar hasta hoy. La verdad, es que no le hubiera conocido si no hubiese sido por mis dos mejores amigos, que insistieron en quedar ese día, a esa hora, en ese lugar. Deberían tener un lugar importante en este pequeño diario, les llamaré perretes. Os preguntaréis por qué ese pseudónimo, pero ya lo descubriréis más adelante.
Bueno, creo deberíamos empezar el primer sueño que abre este diario...

Estaba en el patio al cuál pertenece al club, preparándome para entrenar después de un tiempo de retirada debido a problemas de lesión. Salude a mis compañeros, los echaba de menos. Me costó muchísimo dejar el deporte que más me gusta, pero sobre todo, abandonar la comunidad de gente de la cuál he formado parte durante más de diez años de mi vida. Entre esa gente se encontraba él, nuestras miradas se cruzaron, y como si de un haz de luz se tratara, ambos, esbozamos una sonrisa.
Me senté en el suelo para cambiarme el calzado, se acercó a mí, se sentó a mi lado, y empezamos a hablar. Mientras fluía la conversación, en mi cabeza rondaban una docena de pensamientos. -¿Que debía hacer?¿Se lo digo? ¿Y si siente lo mismo? ¿Y si me rechaza? No quiero que nuestra amistad terminase por un simple encaprichamiento mío. Sentía la necesidad de gritar a los cuatro vientos lo que sentía por él -Me llené de coraje, y dejé que el corazón, hablase por mí. Le dije que ya iba siendo hora de que fuese sincera con él, se quedó expectante, como si la vida le fuera a dar un mazazo del que no sé podría recuperar. Respiré, y admití que... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario